Sobre la Epístola a los Romanos
La versión literal del escrito autógrafo, es la siguiente:
“Non enim erubesco Evangelium. Virtus enim dei est in salutem omni credenti: judeo primum et greco.” (Epist.ad Romanos 1.16)
Este versículo consta de tres partes: en la primera San Pablo no tiene inconveniente alguno en predicar la doctrina Evangélica ante todo el mundo, en las ciudades más ilustres , aun en la misma Roma, capital del Imperio, emporio de la nobleza y la riqueza. Segunda: El Evangelio es la virtud de Dios para la salud de todo el que cree, o sea, que el Evangelio es un instrumento que se mueve a impulso de la omnipotencia divina; la palabra “salud” ha tenido diversas interpretaciones. Unos la entienden como salud del cuerpo con la consiguiente inmunidad en toda clase de enfermedades y calamidades; otros la entienden de la desaparición de las calamidades que afligían al pueblo judaico; otros finalmente, de acuerdo con la doctrina del Nuevo testamento ( y esta es la interpretación más acomodada a la mente de San Pablo) la entienden en un sentido espiritual, esto es, el fruto de la Redención de Cristo incoado en esta vida por la gracia santificante y consumado en el cielo después del juicio final.
Tercera: Primero al judío y después al griego. Con estas palabras no establece San Pablo superioridad ni preeminencia de los judíos sobre los gentiles ya que todos fuimos redimidos igualmente por Cristo, sino solamente prioridad de tiempo, porque los judíos fueron los primeros a quienes se prometió el Evangelio y el Mesías.
El escrito termina con la firma autógrafa del Siervo de Dios
Sermón de Soledad en la Semana Santa de 1936
«Ni la elocuencia, ni la pintura, ni la poesía podrán revelarnos jamás lo que pasa por la madre abrazada con los yertos despojos de su hijo como si con el calor de sus besos quisiera infundirla un soplo de vida.
¿Cómo podré yo entonces manifestar en esta tarde la tristísima soledad y amargura no ya de una madre vulgar sino de la Augusta Madre de Dios cuyo Corazón es un prodigio de exquisita sensibilidad y ternura? ¿Cómo podré aunque ponga en fortuna todas las potencias de mi alma, contar los hilos de llanto que vierte esa madre desolada al verse privada del más hermoso e inocente de los hijos de los hombres? ¿Cómo sabré ponderaros su aflicción si en frase de Jeremías es sin límites como el firmamento y sin fondo como el mar?
Esas llagas no son para analizarlas y describirlas sino más bien para meditarlas en silencio y movernos a piedad. Bien convencidos estaban los evangelistas de lo difícil que es describir la intensidad de los dolores de María y por eso fueron tan lacónicos respecto a este pasaje.
Describen, mis amados hermanos, con toda minuciosidad el luto de la naturaleza por la muerte del Hombre Dios; nos dicen que el sol ocultó sus rayos y los demás astros se eclipsaron y extendieron sobre la tierra un velo fúnebre, que las rocas se partieron, que el velo del templo se rasgó de arriba abajo, que los sepulcros se abrieron para dar salida a las víctimas que guardaban en su seno. Mas, para contarnos las angustias y tormentos de María solo emplean esta frase lapidaria que encierra todo un poema de dolor: “Stabat just a crucem Jesu Mater ejus”.(Joan, 19,25). Con lo cual manifiesta que toda descripción de las penas de María resulta pálida y fría.
También yo debiera envolver esta Soledad…..»